Ley de la memoria

Las composiciones en diagonal que resultan atractivas y marcan la perspectiva, también resultan más agradables si en lugar de terminar en los vértices, se dirigen a la intersección de las líneas del tercio superior o inferior.

En el caso de diagonales que no salen de cuadro se les da mayor fuerza haciéndolas finalizar en uno de los puntos fuertes. Las diagonales que finalizan en el horizonte resultan más agradables y adquieren mayor fuerza cuando terminan en un punto fuerte.

En el caso del encuadre de sujetos, conviene situarlos en los puntos fuertes dejando aire hacia donde miran, en vez de centrarlos.

La lectura de la imagen se realiza como un barrido bidimensional en el que se explora una superficie, ya sea impresa o electrónica, proceso fundamental en la percepción de las formas, aunque no es instantáneo y depende de las restricciones propias de la percepción visual.
Podemos afirmar que no se puede universalizar un recorrido visual en la lectura visual ya que es más bien discontinua, con detenciones, vueltas hacia atrás, y vacilaciones. Sin embargo, la imagen estimula al observador para que organice su trabajo de modo parecido a una partitura musical que se presenta a un director de orquesta. Los signos están allí pero cada interprete tonaliza y temporaliza su propia música.

El recorrido de la mirada es importante porque nos ayuda a precisar la coherencia textual. Esta labor la realiza el público y, aunque está provista por el texto visual, es el propio lector quien decide por dónde comienza a mirar y qué mirar.

Todo el texto visual es un mapa que el observador recorre con la mirada descubriendo los tópicos conocidos. Pero también, infiriendo nuevas informaciones implícitas en la representación visual. Y tratando de guiar el recorrido visual a los intereses del emisor, pero esto depende de quien mire y de cómo se le enseñó a mirar.

En la psicología de la percepción, la forma tiene una óptica: las retinas de los ojos captan, con precisión, únicamente una pequeña área en el centro del campo visual que se le ofrece. El público se ve obligado, por lo tanto, a enfocar la dirección exacta del objeto. De ahí que nuestros ojos no recorran libremente cualquier espacio, sino que están restringidos a captar lo que la mirada está captando.

Si bien, la dirección de la lectura impuesta por la norma cultural –de izquierda a derecha, de arriba abajo– hace que, probablemente, enfoquemos con predilección primeramente los valores situados a la izquierda.

Para explicarlo mejor Francisco d’Egremy,[4] cita dos leyes empleadas en los medios impresos, pero que también pueden adaptarse a los medios electrónicos, estas son:

a) La Ley de la Memoria del investigador Herman Brand en la que sostiene que la información en el cuadrante superior izquierdo es más fácil que quede registrada a largo plazo en el espectador. Argumenta que esto se debe a que en las culturas occidentales la escritura se lee siempre de izquierda a derecha, lo que determina que el texto y la imagen que se ubiquen en esa área van a ser vistos varias veces mientras se observa la superficie. Aunque se dirija la atención a otras partes de la superficie siempre estará percibiendo, en la zona marginal, el estímulo inicial, lo que hará que aquello que esté colocado en esa área se grabe intensamente en la memoria, por la repetición del estímulo y, consecuentemente, se recordará a largo plazo con mayor facilidad.



[4] D’Egremy, Francisco (1993:117) Publicidad sin palabras. Mar, México.